La divergencia entre las dos economías más grandes de América Latina, Brasil y México, se está ampliando a medida que los líderes de izquierda y derecha más prominentes de la región adoptan respuestas fiscales diferentes a la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, sus enfoques no son lo que se hubiera esperado y los inversores se están adaptando
La divergencia entre las dos economías más grandes de América Latina, Brasil y México, se está ampliando a medida que los líderes de izquierda y derecha más prominentes de la región adoptan respuestas fiscales diferentes a la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, sus enfoques no son lo que se hubiera esperado y los inversores se están adaptando.
El gobierno de derecha del presidente Jair Bolsonaro, que asumió el cargo el año pasado prometiendo bajar el gasto público y reducir la deuda de Brasil, abrió el grifo y gastó miles de millones en beneficios por desempleo.
Mientras tanto, en México, el gobierno de izquierda del presidente Andrés Manuel López Obrador, que prometió abordar la pobreza con programas de gasto estatal, ha mantenido un férreo control sobre los bolsillos.
Los economistas de Credit Suisse han estimado que el gasto de Brasil en respuesta a la epidemia no solo fue tres veces mayor que la mediana de las economías de mercados emergentes, sino que incluso superó el promedio de los países ricos.
Citando datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el banco fijó el esfuerzo fiscal de Brasil en 6.5% del PIB, mientras que el gasto de México equivale a solo el 0.7% del PIB.
El impacto económico a corto plazo de esta divergencia fiscal se reflejó en los datos. Mientras que la economía de Brasil se contrajo en un récord de 9.7% en el segundo trimestre, la de México se hundió en un asombroso 17.1%.
“La economía brasileña en el 2020 y 2021 (se verá) menos afectada que la de la mediana de los países emergentes”, escribieron los economistas de Credit Suisse, refiriéndose a lo que sucede en Brasil.
En México, el panorama económico ciertamente parece sombrío. El banco central advirtió la semana pasada que la nación de 130 millones de habitantes podría ver su producción contraerse en casi un 13% este año, la caída más profunda desde la Gran Depresión.
Incluso su escenario más optimista prevé una caída de 8.8% este año en la economía de aproximadamente US$ 1.1 billones, antes de un rebote de 5.6% el próximo año.
Por el contrario, los economistas han estado revisando al alza sus pronósticos más bajistas para Brasil, en medio de señales de que la economía se está recuperando en el tercer trimestre, luego de los pedidos de Bolsonaro de que se eliminen los confinamientos.
Una encuesta del banco central a economistas ahora proyecta una contracción de 5.3% en promedio este año. El gobierno dice que incluso eso es demasiado pesimista y pronostica una disminución de 4.7%, que aún sería la mayor desde que comenzaron los registros en 1900.
Sin embargo, para los inversores, mirando más allá del impacto económico a corto plazo, la austeridad de López Obrador puede hacer que los bonos del gobierno y los mercados crediticios de México sean más atractivos a largo plazo, dicen los analistas, mientras que la presión al alza puede aumentar las tasas de interés a largo plazo de Brasil.
“Los bonos mexicanos podrían tener un rendimiento superior siempre que no se especule sobre una posible rebaja de la calificación crediticia de México”, dijo Gabriela Siller, economista de Banco BASE.
En Brasil, dijo, la turbulencia política estaba pesando sobre el desempeño de la deuda soberana.
México ¿un ejemplo?
López Obrador, mientras tanto, dice que México cosechará recompensas a largo plazo al evitar los errores del pasado, cuando los gobiernos “neoliberales” desperdiciaron el dinero de los contribuyentes rescatando a las corporaciones, transfiriendo dinero de los mexicanos comunes a la élite adinerada.
“Yo espero que el caso de México al final va a ser un ejemplo”, dijo López Obrador la semana pasada.
Desde que asumió el cargo en diciembre del 2018, López Obrador ha sido cauto con el gasto, cuidadoso de evitar cualquier riesgo de dejar a su gobierno como rehén de los mercados de deuda.
Ha recortado drásticamente el salario del sector público para destinar fondos a proyectos de infraestructura y bienestar. Las modestas medidas de ayuda que ha tomado su gobierno durante la pandemia se han dirigido principalmente a electores clave como los pobres y los ancianos.
México prometió unos 2 millones de préstamos para pequeñas empresas. Pero a 25,000 pesos cada uno, el desembolso total llega a menos de US$ 2,500 millones.
Algunos economistas dicen que López Obrador calculó mal los efectos a largo plazo de una recesión tan dolorosa.
Mariana Campos, experta en gasto público del grupo México Evalua, dijo que el presidente ha pasado por alto que la gran mayoría de los empleadores mexicanos eran empresas pequeñas o medianas que no pueden sobrevivir a una crisis importante sin más apoyo del gobierno.
“Está totalmente sobreestimando la capitalización que ellas tienen y que no pueden existir por mucho tiempo sin ingresos recurrentes”, apuntó.