Por Gerardo Fragoso.

Lo de este país es tropezar una y otra vez con la misma piedra. No extraña: México es una nación a la que, hace 22 años, se le terminó el camino hacia adelante. Desde entonces, todo es dar vueltas en círculo.

Por eso, casi 20 años después, se repite la historia del policía García, cuyo segundo apellido, en aquel entonces, era Luna y ahora es Harfuch, al cual, a contrapelo de las evidencias, se le pretende encumbrar al altar popular, convirtiéndolo en un «héroe» a medio camino entre Eliot Ness y Martin Riggs.

Así como los medios voltearon hacia otro lado cuando García Luna empezó sus montajes y abrazaron, gustosos, ese paquete donde venían, amarrados con masking tape, la narrativa para subirlo al pedestal y el embute que la pagaba, ahora repiten la maroma porque Omarcito es el pupilo predilecto de Claudia, la ‘tapada’ más destapada de la historia ¿Y para qué «complicarse» respetando la deontología del periodismo y cuestionando, si se puede ser feliz en la poltrona oficialista, ayudando al futuro secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y a la futura presidenta, mientras se sostiene un mojito en la mano y una arepa en la boca?

Los montajes de García Harfuch para venderse como el «terror» de la delincuencia si que debieran aterrar, pero a la ciudadanía pensante.

Por ejemplo, el show de los llamados «montadeudas». García Harfuch salió, ataviado con traje caro, corbata fina y rostro matón, a vender que había desmantelado una red internacional que capitaneaba a esta mezcla de agiotistas y extorsionadores. Pero resulta que estos sujetos salieron a los pocos días, pagando una fianza de ¡4 mil pesos! Vaya, ni lo que le robaban a una sola de sus víctimas.

Ayer, el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de la Ciudad de México salió a refrendar lo presagiable: estos delincuentes volvieron a la carga, con nuevas aplicaciones y más sed de dinero fácil. Quizás también de venganza contra sus denunciantes. Por eso, chapoteamos en el fango de la impunidad.

Pero García Harfuch ya había salido en TV, vendiéndose como James Gordon, pese a ser un simple Poncho Aurelio. Para quien no le dio seguimiento a la noticia, el daño ya está hecho: miren, con Omarcito si se acabarán los «abrazos». Cómo no.

Fuente: El Sol de Tijuana.