Expansión acompañó a tres familias con distinto rango de ingresos a realizar sus compras para averiguar de qué manera impacta la inflación en cada caso y cómo hacen frente a este escenario.
Ernesto trabaja en un proyecto de consultoría para una Organización No Gubernamental que se dedica a reconstruir escuelas y fortalecer los lazos comunitarios en zonas que fueron afectadas por el sismo de 2017 y que no han sido debidamente atendidas por ningún gobierno.
En el departamento de carnes, ambos discuten sobre qué tipo de corte comprar. Si es mejor adquirir pollo aquí o en los negocios que están cerca de su casa, en la colonia Moderna de la Ciudad de México. “Ya nos dimos cuenta de que el pollo del súper se hace más chico cuando se cocina, y el de la pollería está más grande”, dice Ernesto sugiriendo llevar mejor res y cerdo.
La inflación no evita que sigan consumiendo este tipo de proteínas animales, pero eso sí, el cerdo es más barato, dice la pareja. El carrito camina llenándose con verduras, frutas y una caja con varios litros de leche.
Ernesto lleva la administración del dinero que se destina para la despensa, mientras Karina paga otro tipo de cuentas como la renta y algunas deudas. “Antes tenía esta lista”, dice, mientras muestra en su celular una hoja de Excel bastante ordenada y donde asentaba las cantidades y precios de los productos que compraba cada vez que iba al súper, con fecha y lugar de la compra incluidos. Dejó de hacerlo pero ahora ya sabe dónde comprar más barato. (Octavio Torres)
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La inflación les quita tiempo
A ellos no les gusta visitar frecuentemente el supermercado, preferirían hacer la despensa cada mes. Si se pudiera. En esto sí que les ha pegado la inflación. Antes iban al Costco y compraban una despensa que les costaba por lo menos 5,000 pesos, pero que les evitaba volver durante un mes. Pues compraban paquetes de rollo, galones de aceite, enlatados y carne suficiente para un mes que metían en el congelador.
Ahora ya no es posible, “sale caro”. Y tienen que hacer despensas más pequeñas, que duran una semana o 10 días.
Y aunque la inflación aprieta, no hace mucho compraron un “robot de cocina”. “Ahí le metes todo lo que te pide y ya te lo saca cocinado”. Se trata de un electrodoméstico que no solamente exprime, corta, fríe o mezcla comida, también sirve para hornear pasteles o hacer un pan casero. “Desde que lo compramos, como que nos olvidamos del tema de pensar qué comer o qué cocinar”, cuenta Ernesto sobre su robot, orgulloso.
Los acompañamos a Costco y a Walmart a hacer sus compras. En ambas tiendas se surtieron de buena variedad de productos pues, además de insumos propios de la canasta básica, en el Costco agregaron al carrito un pastel, carnes frías como jamón serrano y chorizo. En Walmart, desechables, botellas de vino y botanas, ya que aprovecharon su visita para hacerse de algunos productos para la celebración de un cumpleaños.
Mientras recorren los pasillos comentan que sí han notado un aumento generalizado en el valor de los productos que adquieren, pero no por ello dejan de comprar las cosas de las marcas que les gustan u optan por otras más económicas.
En su recorrido se detienen a ver productos que no estaban contemplados en sus planes originales y seleccionan algunos que echan al carrito. “Se me antojan también unas cervezas y hay que llevar unas palomitas para ver películas, ¿no?”, dice Daniel Gómez y María Espino asiente.
“Parte de que podamos invertir en algunas cosas, me refiero a esta ‘libertad económica’ que tenemos hasta cierto punto, la verdad, tiene que ver con que los hijos (sus tres hijos) ya se sustentan solos. Tienen su trabajo y ellos pagan sus cosas, aunque aún les compramos un detallito o salimos a comer, ya es algo que pasa de vez en cuando. No es como cuando había que pagar escuelas, útiles escolares, ropa, uniformes, comida y transportes. Ya son independientes y nosotros nos preparamos para jubilarnos”, señala la señora María Espino.
Además de las compras relacionadas a la alimentación, hay otros servicios que siguen pagando de manera regular, como una empleada doméstica una vez a la semana, además se encuentran pagando el crédito de la que planean sea su casa de retiro.
De manera general, la pareja señala que la inflación no ha hecho que modifiquen sus hábitos de consumo; sin embargo, sí apuntaron que en ocasiones pasadas en que la economía del país no fue favorable, sí hicieron ajustes para mantener su nivel de vida y ahorrar pese al paso del tiempo y las crisis, cómo conseguir otros empleos o trabajar tiempo extra, algo que consideran influyó de manera importante para que hoy puedan sobrepasar este momento sin tropiezos.
Publicado en Expansión