Una vez más llega esa “bonita” época del año en que se celebra el malogrado evento denominado AcaMoto, que trae consigo un caos y que deja toneladas de basura, polución y que además da una PÉSIMA imagen de Acapulco por la calidad del turismo que trae consigo y los actos que se producen al calor del alcohol y las drogas que circulan sin control durante 48 horas.

Pero todo esto a las actuales autoridades municipales de turismo no les importa, porque año con año esperan que con el arribo de los motociclistas tendrán una derrama económica de muchos millones de pesos y una ocupación hotelera en la zona dorada y tradicional de más del 80 por ciento, que por cierto nos dejara más de mil toneladas de basura en las calles.

Tampoco hay que olvidar que a estos “supuestos” motociclistas se les permite que hagan suyas las calles de Acapulco, en donde circulan bajo la mirada de las autoridades casi siempre a exceso de velocidad generalmente ebrios y sin cascos, siendo estas las combinaciones que año con año producen cientos de accidentes y algunos fallecimientos.

El punto medular de este aquelarre sobre ruedas es la zona de la Condesa, en donde la orgía de alcohol, drogas y sexo durante tres noches alcanza niveles épicos.

La mayoría de los acapulqueños estamos en contra de este evento, pero las autoridades no escuchan ni hacen un referéndum para tomar una decisión justa sobre su continuidad.

La principal queja de este evento, es que a los motociclistas se les habilite una gran parte de la costera y que estos la invadan violando todos los artículos del reglamento de Tránsito.

Anarquía

Así que esta noche esperemos además de las acrobacias de algunos motociclistas borrachos, ver nuesta costera convertida en un baño publico, actos sexuales en vía pública, agresiones, pleitos, asaltos, incluso saqueos a comercios y gente acampando en los camellones de la costera.

Acapulco no necesita al Acamoto, pero lo que si necesita son eventos que promuevan las bondades de su pueblo, la belleza de su bahía y la sana convivencia, y no estos aquelarres que solo sirven para la nota roja.

¡Abur!

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