Por Óscar Cedillo.

El video donde aparecen tres sujetos, el pasado 29 de septiembre, rociando con gasolina y prendiéndole fuego a la discoteca Baby’ O, habla por sí mismo. Deja poco espacio a la imaginación y mata un símbolo de la escena nocturna y glamur de Acapulco.

Todos o una gran mayoría de chilangos hemos tenido una historia de cariño con Acapulco y algunos con el Baby’ O. La primera vez que conocimos el mar, los traslados de hasta 8 o 12 horas con nuestras familias por la antigua carretera que cruzaba el cañón del Zopilote, los coches descompuestos, las largas caminatas en la madrugada por la costera Miguel Alemán hasta el hotel, el folclor familiar de la Semana Santa… terminar en el Barba Roja con tus papás o en el Disco Beach o en el Atrium (Antrium), porque no te dejó pasar el cadenero del Baby, del Magic o del News… Según la edad, la anécdota.

Mucho se ha hablado del lado glamuroso del Baby, de los célebres personajes del espectáculo, la política, los negocios y el deporte que han formado parte de su clientela: de Henry Kissinger a Estefanía de Mónaco, de Bono a Rod Stewart, de Donna Summer a Madonna, del Tigre Azcárraga a Ricardo Salinas Pliego, de Julio Iglesias a Michael Jordan, de Pierce Brosnan a Elizabeth Taylor, de Juan Gabriel a la cueva de Luis Miguel; interminable es la lista.

Algunos fantaseaban con entrar, otros lo lograron y lo siguen presumiendo, para pocos privilegiados era normal. La realidad es que está en la memoria colectiva de la gente que fuimos y conocemos ese Acapulco donde todos caben… ricos, pobres, famosos y desconocidos. Hoy solo quedan las fotos y crónicas de las revistas de sociales. El Baby’O, emblema turístico de referencia nacional e internacional, ya no volverá a ser el mismo aunque lo reconstruyan, como lo reconstruyeron del fuego que lo consumió por un accidente —ahí sí— con soldadura durante una remodelación en diciembre de 1998.

Esta vez el video de una cámara de seguridad captó algo más que el atentado contra el Baby’O. Lo que en realidad registró… fue a un Acapulco incendiado por el crimen organizado. Y por sus autoridades.

Palabras clave

Para el todavía gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, es una “campaña de desprestigio” contra el puerto. Para la alcaldesa entrante, Abelina López, es “un hecho aislado”. La fiscalía estatal ya aceptó que se trató de un acto provocado. Para el presidente AMLO “no se puede atribuir a la delincuencia organizada sin pruebas… hay que hacer una investigación a fondo”; y sus propietarios, Rafael Villafañe y Eduardo Césarman, niegan haber padecido extorsiones… ese cobro del llamado ‘derecho de piso’ que hacen los criminales que toman el control de una localidad para permitir trabajar a la gente de bien. Para nuestros ojos, aunque duela como a veces duele la verdad, hace mucho que Acapulco se quemó.

Publicado en Milenio