Por Alejandra Crail.
AMLO llegó a Palacio Nacional para presumir austeridad, pero antes le dio una manita de gato a su nuevo hogar: mandó pintar un óleo de Lázaro Cárdenas, colocó pisos de encino, cambió alfombras y decoró los rincones con orquídeas.
Aquel Palacio Nacional al que el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a vivir como una muestra de la austeridad que, aseguró, instauraría en su administración, fue embellecido con recursos públicos.
Se quitaron viejos pisos, se demolieron muros y se retiraron falsos plafones. Se eliminó una vieja alfombra pegada al suelo y se desinstalaron tuberías. Los suelos se cubrieron de parquets de madera de encino americano y tzalam. Llegaron tableros de madera de cedro rojo, 170 metros cuadrados de muros se cubrieron con tapiz de tela, se cambiaron focos, se pusieron nuevas luminarias. Hasta mejoró el aire acondicionado.
De acuerdo con contratos revisados por EMEEQUIS, el presidente mandó a cambiar los parasoles de todas las ventanas de Palacio Nacional: 63 carpas repelentes al agua de lluvia para los balcones del hogar del presidente, donde hacía 135 años nadie vivía.
Además, AMLO apostó por restaurar la cubierta del Patio de Honor, mandar a pintar un óleo en honor al General Lázaro Cárdenas y garantizar que en su hogar/oficina siempre hubiera flores y arreglos de hasta 62 especies distintas para recibir a sus invitados: orquídeas, ranúnculos, lisianthus, lilis, rosas, etcétera.
En al menos 12 contratos, la Oficina de la Presidencia de la República desembolsó casi 9 millones de pesos para “tunear” la residencia del presidente.
RESIDENCIA OFICIAL
“El Palacio Nacional de la Ciudad de México es actualmente residencia oficial del Titular del Ejecutivo y ha sido permanentemente escenario de actos oficiales, protocolarios y cívicos de la Presidencia de la República”, arranca la justificación para los contratos relativos a las remodelaciones que se encargaron entre 2019 y 2020.
Desde su primer intento por llegar a la Presidencia, en 2006, AMLO mencionó que de ser electo se mudaría a este recinto, al estilo de Benito Juárez. Pero fue en la campaña de 2018 que su idea cobró más fuerza.
Primero dijo que en vez de vivir en Los Pinos, seguiría en su casa en Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, y que cuando su hijo menor, Jesús Ernesto, terminara el ciclo escolar, rentaría una casa cerca de Palacio Nacional.
Pero lejos de seguir con ese plan, la Oficina de la Presidencia comenzó a invertir en remodelar el Palacio, mismo que fue ocupado por AMLO, su esposa Beatriz Gutiérrez Müller y su pequeño hijo, en julio de 2019.
El presidente habita un departamento que construyó el expresidente Felipe Calderón, “una parte muy limitada” de Palacio que está compuesta por una sala, comedor y tres habitaciones, según detalló. Al tiempo, aseguró que todos los salones y el resto de los espacios quedarían completamente libres.
La decisión de López Obrador ha sido comparada con aquella que tomó el presidente Lázaro Cárdenas, cuando declinó vivir en el Castillo de Chapultepec, por considerarlo ostentoso, para irse a vivir a un rancho que terminó por convertirse en Los Pinos.
Tras vivir en carne propia la experiencia, anunció que su gobierno desembolsaría 9 millones de pesos para remodelar las fachadas del inmueble e impermeabilizar la azotea. Estos contratos los otorgó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y se sumaron a otros 8 millones 972 mil pesos que salieron directamente de la Oficina de la Presidencia para embellecer el Palacio.
Como complemento a la justificación de los contratos, la Presidencia describe que a Palacio Nacional han llegado jefes de Estado y de gobiernos extranjeros, que se han entregado cartas del cuerpo diplomático y se ha vuelto sede de las ceremonias festivas del Grito de Dolores y el 20 de noviembre. Por ello apostaron por “rescatar y rehabilitar” el espacio para que “los visitantes de dicho inmueble aprecien estos espacios en su esplendor histórico y contexto cultural actual”.
Publicado en Emequis