Por Victor Sánchez Baños.

Una muerte es una desgracia; un millón, una estadística. José Stalin.

De 2017 a la fecha la reforma energética le causó daños a la CFE por 412 mil 410 millones de pesos por contratos con productores independientes de energía: esto es parte del informe que envió a legisladores el director de CFE Energía, Santiago Reyes. Incluso reconoce que por eso aumentaron 35% las tarifas al consumidor. Así justifica apagones, incremento de tarifas e ineficiencia el grupo que dirige Manuel Bartlett en la paraestatal. La CFE busca el monopolio total de la energía eléctrica y recuperar lo “perdido” por el neoliberalismo.

Desde 1960 el priista Adolfo López Mateos se apoderó de la industria eléctrica al nacionalizarla pero en manos de la burocracia fracasó ese proyecto. Al paso del tiempo se convirtió en un nido de corrupción, tanto de los directivos como de los sindicatos. Dejó de invertirse en la modernización de las instalaciones y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, con mayor índice de corrupción, quedó en el abandono. Quiere la 4T convertir a la CFE en una empresa que genere utilidades. El camino no es transformarla en un monopolio sino hacerla competir en bajos precios y calidad de servicio. En ambos rubros es una empresa lastre para los mexicanos porque mediante nuestros impuestos gastamos en un barril sin fondo. Vemos los datos duros de producción por Megawatt y es una compañía que tiene los precios al consumidor más altos en el mundo. Los productores independientes registraron una participación de 19.2%.

El sector privado, bajo las figuras de autoabastecimiento y cogeneración, contribuye con 6.7 y 4.5%, respectivamente, mientras que la capacidad instalada para fines de exportación de electricidad representa 2.2%. Si se mantiene en la ruina moral y financiera a la CFE los costos los vamos a pagar los consumidores y los impuestos serán incalculables. Para hacerla rentable sin perjudicar a los consumidores necesitamos invertir más de 50 mil millones de dólares (un billón de pesos). Eso es una locura para un país como el nuestro. Por ello se necesita mayor participación de los privados. Desviar recursos para el bienestar de 126 millones de mexicanos sería una decisión descabellada.

Por lo pronto continuamos pagando el desastre de la CFE con aumentos progresivos en los recibos de energía eléctrica del casi monopolio estatal. La clase media es la principal víctima

Publicado en Vértigo Político